sábado, enero 21, 2017

HISTORIAS DE PALABRAS: DEL SAQUITO A LA REBECA



            Ella reía. Tenía un saquito verde oscuro sobre una blusa blanca. Estaba despeinada, pero nada más que en la mitad derecha, como si un ventarrón la hubiera alcanzado solo de ese lado. (Mario Benedetti)

La Maroma, Málaga, nevada
            Cuesta imaginar que hace 60 años existiera en España un instituto de bachillerato mixto. El de mi pueblo, Osuna, no solo era el único centro de bachillerato de la provincia de Sevilla, aparte de los de la capital, sino que era mixto. Los compañeros (y compañeras, pues en este caso es casi obligado decirlo) que comenzamos a estudiar en él en 1956 hemos creado un grupo de whatsapp y, cada vez que tenemos ocasión, nos reunimos. A uno de los miembros, el querido e inefable Bertuchi, aprovechando la baja temperatura de estos últimos días, se le ha ocurrido preguntar quién sabe la continuación del refrán Cuando el grajo vuela bajo… Le comento a Zalabardo que eso nos ocurre a los mayores, que soltamos obviedades pensando que nadie las conoce, aunque sean más viejas que andar para adelante. Por seguir en la línea, yo le he contestado si conocía él la continuación del refrán, pues la tiene: y si se posa en los balcones…

Osuna, 1955
            Pero, hablando de frío, he recordado otras cosas que, estas sí, es posible que mucha gente joven no conozca. Por ejemplo, cuando yo era niño, mi madre no dejaba de recordarme, en días invernales, que me pusiera el saquito. En algún lado (aunque no recuerdo dónde) he leído que saquito es una palabra andaluza. Pudiera ser, aunque lo cierto es que hemos abandonado su uso, mientras que en bastantes países de Sudamérica la conservan. Alcalá Venceslada dice que el saquito es ‘casaca corta femenina de paño o punto’. Siento no estar del todo de acuerdo, ya que la casaca lleva mangas y es generalmente abierta por delante. La foto que adjunto, del año 1955, cuando nos preparábamos para el examen de ingreso, muestra que la mayoría llevamos saquito, con o sin mangas (ese zagalillo sonriente y de piel cetrina que está junto al fraile de gesto serio soy yo, le indico a Zalabardo).
            Saquito viene de saco, que ya Covarrubias decía que era una ‘vestidura vil de que usan los serranos y gente muy bárbara’. Este saco no procede del latín saccus, ‘costal, talega’, sino de sagum, que a su vez viene del griego σάκκος, que significa ‘sayal’. O sea, que o esa pandilla con caras inocentes éramos unos salvajes o la prenda fue perdiendo vileza con el tiempo. Ese mismo tiempo que, a su vez, le ha quitado hasta el nombre. Hoy, sin que todas esas prendas coincidan, se emplea más jersey, suéter, sudadera, chándal, buzo… Casi todas ellas, de origen foráneo. Jersey procede, parece no haber dudas, de la prenda confeccionada con lana en las islas Jersey y que cubría desde el cuello hasta la cintura. Hacia el siglo xix, el jersey comenzó a llamarse suéter (de sweater, ‘para sudar’). La diferencia está en que el suéter tiene mangas y el saquito podía ser con o sin ellas. Luego fueron viniendo las demás.

Viaje de estudios, ¿1962?
            Lo que describe Alcalá Venceslada es más bien la rebeca, que es una chaquetilla de punto, sin solapas, abierta y con botones. En la otra foto de grupo, ya de bachillerato, se ve que mientras algunos llevamos saquito, algunas de ellas llevan rebeca. La rebeca, que hoy usan tanto hombres como mujeres, es lo que se llamaba, y en muchos lugares aún se le sigue llamando, cárdigan. Se dice que el nombre proviene de James Thomas Brudenell, séptimo conde de Cardigan, que popularizó su uso. ¿Por qué, entonces, rebeca? Muy fácil; en 1940, Alfred Hitchcock rodó una película, Rebeca, en la que la protagonista usaba dicha prenda. La película se hizo tan popular en nuestro país que el nombre de la protagonista se desplazó hasta el de la prenda. Para no quitar del todo la razón a Alcalá Venceslada digamos que la rebeca es un saquito abierto y con botones. 

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